A veces pienso que estas loco. El verbo estar implica que lo estás pero no lo eres. A veces te comportas como un loco, pero nadie esta loco del todo.
De modo similar, hay quien se pone la etiqueta de víctima. Puede que tú me hayas querido colocar en esa situación. Pero el hecho de que pudiera parecer tu víctima no me hace víctima para toda la vida. Pero las etiquetas son intercambiables, por eso a ratos quieres quitármela para ponértela tú.
Perder una victoria no es perder la guerra. Un seceso negativo, por doloroso que sea, no convierte toda una historia en un fracaso.
Cuando rechazas las experiencias positivas insistiendo en que no cuentan, cuando escoges un solo detalle negativo y sólo hablas de él, oscureces la realidad como la tinta tiñe el agua.
Cuando exageras los errores, cuando reduces las cosas buenas que han pasado hasta que haces que parezcan diminutas, supones que tus emociones negativas reflejan la realidad. Pero el hecho de que lo sientas así no significa que sea así.
Muchas veces te dices que no puedes soportarlo. Pero cuando dices que no puedes soportarlo estás magnificando el dolor que sientes. Porque lo sientes soportando, y si lo estás soportando es porque puedes soportarlo.
Y esta reflexión se puede aplicar en todo: a la vida política y a la sentimental. A los que pretenden que un atentado cambie las tornas electorales y a los que creen que una equivocación convierta a una persona en monstruo.
De modo similar, hay quien se pone la etiqueta de víctima. Puede que tú me hayas querido colocar en esa situación. Pero el hecho de que pudiera parecer tu víctima no me hace víctima para toda la vida. Pero las etiquetas son intercambiables, por eso a ratos quieres quitármela para ponértela tú.
Perder una victoria no es perder la guerra. Un seceso negativo, por doloroso que sea, no convierte toda una historia en un fracaso.
Cuando rechazas las experiencias positivas insistiendo en que no cuentan, cuando escoges un solo detalle negativo y sólo hablas de él, oscureces la realidad como la tinta tiñe el agua.
Cuando exageras los errores, cuando reduces las cosas buenas que han pasado hasta que haces que parezcan diminutas, supones que tus emociones negativas reflejan la realidad. Pero el hecho de que lo sientas así no significa que sea así.
Muchas veces te dices que no puedes soportarlo. Pero cuando dices que no puedes soportarlo estás magnificando el dolor que sientes. Porque lo sientes soportando, y si lo estás soportando es porque puedes soportarlo.
Y esta reflexión se puede aplicar en todo: a la vida política y a la sentimental. A los que pretenden que un atentado cambie las tornas electorales y a los que creen que una equivocación convierta a una persona en monstruo.